Dos estrategias sencillas contra el estrés (y su explicación neurobiológica).
El estrés puede tener consecuencias negativas sobre la salud, como es ampliamente conocido. Pero no para todas las personas. Kelly McGonigal, psicóloga de la Universidad de Stanford, presenta en una charla TED algunos resultados que nos pueden llevar a cambiar nuestra perspectiva sobre el estrés y sus efectos potenciales sobre la salud. Además, de una forma amena y sugerente, la autora nos ofrece dos estrategias sencillas para prevenir tales consecuencias deletéreas, y nos indica sus bases neurobiológicas, donde una hormona -la oxitocina- juega un papel clave. Y todo ello en menos de 15 minutos. ¿Se puede pedir más…?
Vayamos por partes. Kelly McGonigal (@kellymcgonigal) refiere un estudio que se prolongó a lo largo de 8 años, y en el que participaron 30.000 norteamericanos adultos. Como era esperable, esta investigación encontró que un nivel alto de estrés se asociaba a un mayor riesgo de muerte a lo largo del periodo analizado. En concreto, este riesgo se incrementaba un 43% entre aquellos que decían estar más estresados.
Pero sorprendentemente, este resultado fatal no se producía ente aquellas personas que, a pesar de haber experimentado un nivel alto de estrés, no pensaban que el estrés fuera dañino para la salud. Sí, suena a una especie de “efecto nocebo”…si crees que algo -en este caso el nivel de estrés que metafóricamente uno se inyecta a diario- te va a hacer daño, efectivamente comenzarás a experimentar sus consecuencias negativas. También suena a “profecía autocumplida”…o a lo que podríamos llamar la “maldición del estrés”. Como en el “mal de ojo”, lo malo del estrés no es que lo echen sobre uno, sino que creas en él –o mejor dicho, en sus efectos.
En consecuencia, una primera estrategia contra los efectos adversos del estrés sobre la salud tiene que ver con la reestructuración cognitiva. Según propone McGonigal, aprender a ver que el estrés puede ser una respuesta adaptativa y útil, que en determinadas circunstancias nos ayuda a conseguir nuestros objetivos, sería un factor de protección frente a los riesgos que entraña una visión negativa del estrés. Y es que, de hecho, cuando el estrés se etiqueta en positivo la reacción fisiológica de nuestro organismo se asemeja a la de emociones positivas como la alegría o la excitación. ¿No es divertido estar en lo alto de la montaña rusa?… y sin embargo, aunque con matices, es una situación en la que nuestro cuerpo está estresado.
¿Cambiar cómo piensas sobre el estrés te hace más sano? Y aquí la ciencia dice: sí. Cuando cambias tu opinión sobre el estrés, puedes cambiar la respuesta de tu cuerpo ante el estrés (…) En un estudio, cuando los participantes consideraban su estrés como una respuesta útil, sus vasos sanguíneos permanecían relajados. Su corazón seguía bombeando fuerte, pero este es un perfil cardiovascular mucho más saludable. De hecho se parece a lo que ocurre en momentos de alegría y coraje.” (Kelly McGonigal)
Pero además, el estrés nos hace más sociables. Como ya sabemos desde los experimentos clásicos sobre afiliación que desarrollaron psicólogos sociales como Stanley Schachter y otros, las emociones como la ansiedad, el miedo o el propio estrés nos llevan a buscar el contacto con otras personas, y en especial con aquellas que se encuentran en la misma situación que nosotros. En definitiva, estar con otros nos puede proporcionarnos seguridad, información, consuelo, o simplemente, un patrón de comparación para evaluar nuestra propia reacción. La perspectiva de McGonigal se enfoca más hacia lo neurobiológico, pero el resultado es el mismo…
Cuando la oxitocina se libera en la respuesta de estrés, te está motivando a buscar apoyo. Tu respuesta biológica al estrés te está impulsando a decirle a alguien cómo te sientes, en vez de esconder tus sentimientos (…) Cuando la vida es difícil, tu respuesta de estrés quiere que estés rodeado por gente que se preocupa de ti (…) encuentro esto sorprendente, que la respuesta de estrés tiene su propio mecanismo integrado de resiliencia, y ese mecanismo es la conexión humana.”
Hasta ahí, tenemos que la liberación de oxitocina en situaciones de estrés se relaciona con la búsqueda de contacto interpersonal, y que eso –psicológicamente- es claramente positivo, por cuanto supone una mayor oportunidad de apoyo emocional e instrumental. Más aún, el propio contacto social estimula la liberación de oxitocina. Por lo que -finalmente- este “mecanismo integrado de resiliencia”, del que habla McGonigal, nos ha llevado de experimentar estrés a introducirnos en un “círculo virtuoso” de sociabilidad. De hecho, popularmente, la oxitocina es conocida como la “hormona del amor”.
Pero, ¿cómo afecta la liberación de oxitocina a la salud? Pues bien, esta hormona actúa como un antiinflamatorio natural, protege al sistema cardiovascular frente a los daños potenciales del estrés -por ejemplo, mediante la relajación de los vasos sanguíneos durante la respuesta de estrés-, y contribuye a reducir los niveles de cortisol -la “hormona del estrés” con efectos supresores del sistema inmunitario. Y en este sentido, también se conoce a la oxitocina como la “hormona anti-estrés”. Aunque, para ser honestos y antes de crear un club de fans de la oxitocina, recientemente algunos estudios han revelado también un “lado oscuro” para esta hormona, que podría tener un papel en la intensificación de “recuerdos” dolorosos (al menos, en ratones…).
Siguiendo la argumentación de McGonigal, la segunda estrategia protectora frente a los efectos adversos del estrés es también simple…busca el contacto social…y fácil, pues es lo que te pide el cuerpo en tales situaciones. Pero además, el contacto social parece actuar como un factor de protección (¡gracias, oxitocina!): las experiencias vitales más estresantes se asocian con incrementos de un 30% en el riesgo de muerte; pero entre aquellos que dedican su tiempo a los demás, esta relación parece neutralizarse.
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