Con los Atléticos y Rays en estadios de Ligas Menores, ¿se bateará tanto como se cree?
Un devastador huracán y la mudanza de un equipo impulsan a las Grandes Ligas a iniciar la temporada en circunstancias excepcionales.
Cuando ingeniaban la logística para auxiliar a los Atléticos en proceso de mudanza, sobrevino la tragedia ocasionada por el ciclón Milton con vientos que tumbaron el techo del estadio Tropicana y dejó a los Rays en la intemperie.
Eso significa que dos serán las organizaciones en parques de ligas menores, un cambio de planificación que impacta la programación del calendario, alojamientos o vuelos.
Y otro elemento no menor, es la forma en que transforma el ambiente de juego. Se añaden dimensiones, temperaturas y un césped distinto, cada vertiente influyendo en el recorrido de la pelota y obliga a los jugadores a descubrir aquellas fortalezas que les brinda el entorno.
Está en los lanzadores conocer si mantener la bola en la parte baja, o los bateadores evitarse elevar demasiado la esfera si la brisa no les ayuda.
Para quienes gustan contemplar esos efectos en la televisión o gradas, comenzará en el segundo día de la zafra, una vez que los Rays reciban a los Rockies en el George M. Steinbrenner Field el 28 de marzo.
Han tomado brevemente las instalaciones que los Yankees utilizan en los entrenamientos de primavera y la filial de los Tampa Tarpons, con capacidad para más de 11 mil fanáticos.
Las distancias son idénticas al Yankee Stadium, contando en 318 los pies del plato al jardín izquierdo, 399 izquierdo-central, 408 al central, 385 central-derecho y 314 al derecho.
Sin embargo, las medidas las contrarresta la ubicación en Tampa, cuyas temperaturas altas (calor) bien pueden traducirse en menor densidad del aire, pero la humedad se adhiere en la pelota y la hace viajar menos (mayor el peso).
Para entender que se trata de un territorio no inclinado a la ofensiva, contrario a lo pensado por ser una sede de niveles inferiores, es cuestión de un ejercicio simple: cuando allí empalmaron un batazo calificado “barrel” la pelota tomó distancia de apenas 373 pies.
Una combinación estadística (barrel) que, utilizando la velocidad de salida y ángulo, segrega conexiones que fueron potentes y en el aire.
Pese a que fue la ejecución de jugadores en Clase-A Avanzada —aún con carencias físicas—, infiere que hallar un “contacto óptimo” no hace que la pelota, en este caso, corra tanto como se cree. Y lo visualiza el propio filtro: la distancia de esas conexiones en Yankee Stadium y Tropicana fue superior, a través de 380 y 384, respectivamente.
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