¿Por qué mentimos tanto? Este psicólogo lo responde en dos platos:
Según Douglas Peters, profesor de psicología en la Universidad de Dakota del Norte, mentir constantemente puede parecer contraproducente, pero engañar “ligeramente“ a los demás y proyectar incluso una imagen ensalzada de ti mismo, es una parte natural de la vida. Como diría el filósofo Friedrich Nietzsche, “Mentir es una condición más de la vida“. Aún así, ¿Por qué mentimos tanto?
Mentimos en el 20% de nuestras conversaciones mayores a 10 minutos.
En tal sentido, Peters (así como otros investigadores como Paul Ekman, dedicado a la ciencia de detectar mentiras), aclaran que desde niños nos enseñan a mentir, ya sea activamente o por omisión. Si bien es cierto que en ocasiones es incluso conveniente hacerlo (por ejemplo, al no delatar a un compañero de clase en una falta menor), acostumbrarse a hacerlo con frecuencia tendría efectos perjudiciales en tu salud.
¿Por qué mentimos?
El psicólogo explica que aprendemos a mentir desde niños a través de la observación; vemos a nuestros papás mentir y usualmente esas mentiras pasan sin consecuencias ni castigos, así que el hábito de mentir se vuelve una manera aceptable de interactuar con los demás.
El investigador enseña psicología forense y ha realizado investigaciones en testigos infantiles; en uno de sus estudios, un niño veía cómo un adulto robaba algo de la habitación mientras le decía: “No le digas a nadie“, “Éste será nuestro secreto“, o “No quiero que nadie se meta en problemas por esto“. Momentos después, otro adulto interrogaría al niño sobre lo que pasó.
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¿El resultado? dependiendo de las palabras del adulto, el niño decidía revelar o no lo sucedido. Con órdenes como “No le digas a nadie“, el robo era revelado casi sin problemas, mientras que con sugerencias más emocionales “No quiero que nadie se meta en problemas“, los niños eran más propensos a ocultar el suceso.
Una entrevista posterior reveló que los niños mentían para proteger a otras personas, para mantener una promesa o porque tenían miedo de las consecuencias… todas eran “razones emotivas“.
Una de cada cuatro mentiras se dice para proteger a un tercero.
No es difícil identificar al acto de mentir como un “engrasante social“. ¿Te imaginas que todo el mundo fuese brutalmente honesto todo el tiempo? la convivencia se haría imposible, pues nuestra diaria interacción se basa en la consideración y respeto a las ideas, actitudes e incluso imagen de los demás esperando que hagan lo mismo con nosotros.
Hombres y mujeres mentimos distinto
En cuanto al sexo, las investigaciones en el departamento de psicología de UND apuntan a que las mujeres mienten más para proteger los sentimientos de los demás, mientras que los hombres mentimos para mejorar nuestra imagen.
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