La comunidad internacional, que ejerce una renovada presión sobre Israel y el grupo islamista Hamás para que acuerden un cese el fuego, invierte todos sus recursos diplomáticos para evitar una nueva guerra en Oriente Medio, donde Irán y el grupo chií libanés Hizbulá amenazan con tomar represalias por los recientes asesinatos de sus líderes.
Israel anunció este viernes que enviará una delegación de negociadores el próximo jueves para abordar «los detalles de la implementación del acuerdo» de tregua, después de que Estados Unidos, Egipto y Catar, que fungen como mediadores, exigieron que se reanuden las discusiones en Doha o El Cairo «para cerrar todas las brechas restantes» y aplicar el pacto «sin más demora».
Hamás, que acaba de nombrar al beligerante Yahya Sinwar -hasta ahora jefe militar del grupo islamista en la Franja de Gaza- como sucesor del recientemente asesinado líder político, Ismail Haniyeh, no ha respondido al llamado de los mediadores, pero la comunidad internacional ha ejercido presión.
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, expresó su «total apoyo» al alto el fuego, considerando que «allanará el camino para la desescalada regional», mientras la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, remarcó que es «el único modo de salvar vidas y garantizar la liberación de los rehenes».
Italia, Alemania y España se sumaron individualmente a la presión por la tregua, al igual que varios países árabes: Emiratos Árabes Unidos, Omán, Irak, Kuwait y el Líbano.
Sin embargo, una presión contraria -para no firmar el acuerdo- resurgió de entre las filas más extremistas de la derecha del Gobierno israelí.
El ministro de Finanzas, el ultranacionalista antiárabe Bezalel Smotrich, dijo que el acuerdo es una «peligrosa trampa» y criticó que contemple la liberación de presos palestinos a cambio de rehenes israelíes.
La guerra estalló el 7 de octubre del año pasado tras un ataque de Hamás contra Israel que dejó unos 1.200 muertos y 251 secuestrados.
Tras más de 10 meses de escalada, la ofensiva israelí ha dejado en la Franja de Gaza casi 40.000 muertos -la mayoría niños y mujeres-, más de 90.000 heridos, 10.000 desaparecidos bajo los escombros y 1,9 millones de desplazados que sobreviven en una crisis humanitaria sin precedentes.
Los países mediadores buscan que un cese de las hostilidades que permita la entrada masiva de ayuda humanitaria al enclave palestino, así como la liberación de los 111 rehenes que Hamás sigue reteniendo, de los cuales al menos 39 habrían perdido la vida.
Escalada en frontera Israel-Líbano
Paralelamente a los intentos de que se retomen las negociaciones, continúa el intercambio de fuego entre Israel y el grupo chií libanés Hizbulá. Dos miembros de Hizbulá murieron este viernes tras el bombardeo de un dron israelí sobre la localidad de Naqoura, en el sur del Líbano, mientras que la milicia proiraní reivindicó ocho ataques contra Israel.
Israel se encuentra desde finales de julio a la expectativa de un eventual ataque a gran escala de Hizbulá e Irán, en represalia por los asesinatos de altos cargos de la milicia del grupo libanés y de Hamás.
El líder militar de Hizbulá, Fuad Shukr, murió en un ataque israelí a las afueras de Beirut el 30 de julio, poco antes del asesinato en Teherán del entonces líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, en un ataque que Irán atribuye a Israel.
El ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, avisó el jueves a los habitantes de Líbano de que si Hizbulá continúa atacando, Israel responderá «con toda su fuerza», y anoche sostuvo una llamada con su homólogo estadounidense, Lloyd Austin, sobre la «preparación operativa para defender Israel contra Irán y sus representantes en la región».
Además, el comandante del Comando Central de Estados Unidos, Michael Kurilla, aterrizó ayer en Israel en su segunda visita esta semana, para hacer «preparativos conjuntos en la región».
Por su parte, el Gobierno de Líbano trabaja en un plan de contingencia mientras numerosos países han pedido a sus ciudadanos evacuar el país y varias aerolíneas han cancelado vuelos a Beirut y Tel Aviv.
En tanto, Teherán está sopesando sus opciones de respuesta mientras enfrenta la intensa presión diplomática para que no abra una nueva guerra regional.
El diario británico The Guardian asegura que Irán podría optar por atacar a agentes de inteligencia israelíes o colaboradores iraníes que cree que participaron en el asesinato de Haniyeh en lugar de lanzar un ataque contra Israel.
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