Apoyo estatal crea desventajas para los titanes tecnológicos de China
Algunas grandes compañías se han vuelto complacientes bajo la protección del gobierno.
¿Están los titanes del Internet de China a punto de conquistar el mundo? Si escuchamos los comentarios en Beijing y en algunos círculos en el Occidente, el triunfo de la tecnología china es casi seguro. Por lo menos se anticipa que compita en igualdad de condiciones con los actuales campeones de la industria de Silicon Valley.
Tomemos el caso de Richard Liu. El fundador y director ejecutivo de JD.com — la segunda mayor empresa de comercio electrónico de China y la tercera mayor compañía de Internet del mundo en base a ingresos — opina que su negocio y el de competidores como Alibaba, Tencent y Baidu plantearán un serio desafío a compañías como Google, Facebook y Amazon, pero no por lo menos por otra década.
Clave en este panorama es el apoyo del Estado chino. En una mayor o menor medida, todas las compañías grandes y exitosas de Internet de China se han beneficiado de los esfuerzos del partido comunista por excluir a las mejores empresas de Silicon Valley. Facebook, Google, Twitter, Instagram y YouTube están todas bloqueadas en China.
Además de eso, el gobierno ha anunciado planes para clausurar todos los servicios de redes privadas virtuales no oficiales que les permiten a los clientes de paga evadir el sistema de censura de la “Gran Muralla Cortafuegos” y tener acceso a sitios web en el extranjero.
Beijing afirma que los sitios web extranjeros deben estar bloqueados bajo las leyes de censura y de “seguridad nacional”, pero las prohibiciones son, de hecho, barreras comerciales no arancelarias que potencialmente violan las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
En términos comerciales, los resultados para las empresas han sido excepcionales, tal y como se demostró hasta hace poco por medio del desempeño de Baidu, el campeón del Internet más protegido de China. La empresa, a la cual a menudo se le llama el “Google de China”, fue la beneficiaria directa e inmediata de la decisión de Beijing de bloquear a Google en 2010 después de que el grupo estadounidense se negara a censurar sus resultados de búsqueda.
Ante la ausencia de una competencia internacional seria, a las empresas de Internet de China se les ha dejado libres para que aprovechen el surgimiento del mayor mercado en línea del mundo. Según cifras oficiales del gobierno, el número de usuarios de Internet en China se ha duplicado desde 2010 hasta alcanzar los 750 millones hoy en día. El crecimiento del comercio electrónico ha sido particularmente impresionante: China es, por mucho, el mayor mercado minorista en línea del mundo, representando casi el 40 por ciento de todas las ventas en línea a nivel mundial.
Tan solo las transacciones a través de las plataformas en línea de Alibaba totalizaron US$500 mil millones el año pasado, un monto que equivale al producto interno bruto (PIB) de Argentina y que es mayor que las transacciones combinadas de Amazon y de eBay.
Sin embargo, la protección del Estado acarrea desventajas que pueden terminar perjudicando a las compañías que procura ayudar.
En una entrevista reciente, el Sr. Liu opinó que el hecho de que el gobierno de Beijing bloquee a las principales compañías de Internet estadounidenses de su enorme mercado impide que las empresas chinas sean realmente competitivas. “Es como la gente; si te ponen en una gran caja estéril el día que naces, y no te expones a microbios o a enfermedades, y sólo te dan aire y agua purificados, entonces cuando sales te enfermarás muy pronto”, comentó macabramente. “Morirás muy pronto en medio de la naturaleza”.
Baidu es un ejemplo concreto. A pesar de, o quizá debido a, su posición privilegiada como el motor de búsqueda dominante en China desde la decisión de bloquear a Google, está en dificultades. Su capitalización de mercado es sólo una quinta parte de la de Alibaba y de la de Tencent, y su crecimiento ha sido moderado. Parece estar enfermo incluso antes de que se le permita salir de la caja estéril.
El éxito dentro de la “Intranet” de China, la cual es censurada por el Estado, también ha vuelto a algunos de los campeones del sector arrogantes, complacientes y propensos a gastar excesivamente en adquisiciones en el extranjero.
Sí, algunos de los servicios que se ofrecen en China son impactantes. WeChat — la aplicación de mensajería de Tencent — es mejor que la mayoría de otros servicios similares; la adopción generalizada de los sistemas de pago en línea están moviendo a China hacia una sociedad sin dinero en efectivo; y los servicios de entrega de comercio electrónico son excepcionalmente confiables y rápidos. Pero ninguno de estos servicios son únicos o “revolucionarios”, y no hay manera de que las compañías chinas puedan replicar sus proezas domésticas o su escala fuera del jardín amurallado del Internet de China.
A nivel doméstico, sus servicios dependen de las industrias de la banca y de logística estatales. También reciben un trato regulatorio preferencial en forma de préstamos baratos y de tierras de un partido-Estado que depende en gran medida de ellos para la obtención de ingresos fiscales, para el crecimiento de los empleos y para la vigilancia en línea de los ciudadanos.
Incluso en Hong Kong, un territorio que mantiene un sistema político y legal en gran parte separado del resto de China, estas compañías no han podido lograr verdaderos avances a pesar de que varios de sus fundadores y altos ejecutivos viven en la ciudad la mayor parte del tiempo.
Los residentes abrumadoramente prefieren a WhatsApp en vez de WeChat, y casi nadie hace sus compras a través de Alibaba o de JD.com. Una campaña publicitaria internacional para WeChat con el futbolista Lionel Messi hace unos años resultó ser un costoso fracaso. Hoy en día, Tencent y sus competidores se están expandiendo hacia los mercados del Sureste Asiático y de Europa del Este en los cuales consideran que será más fácil entrar.
Seguramente habrá muchos más fracasos vergonzosos a medida que los titanes del Internet chinos intenten salir de su caja estéril protegida por el Estado.
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