El árbitro hispano Ángel Hernández demanda a Grandes Ligas por racismo
HOUSTON.- Lo menos que le podía suceder a la imagen del deporte del béisbol de las Grandes Ligas es que vuelva a ser actualidad a pocos días del Juego de Estrellas debido a una demanda que el árbitro Ángel Hernández, de origen cubano, ha presentado en su contra por discriminación.
La pasada semana otro pelotero latinoamericano, el receptor venezolano Miguel Montero, fue despedido por los Cachorros de Chicago simplemente por haber declarado al concluir un partido que el abridor estelar Jake Arrieta, también de origen puertorriqueño, pero estrella de los campeones de la Serie Mundial, no le lanzaba bien las pelotas para que pudiese hacer él el robo en la segunda base.
Ante una realidad que todo el mundo reconoce, los directivos de los Cachorros, argumentando falta de compañerismo de Montero, le dieron de baja cuando siempre ha sido un profesional modelo, pero que le ha gustado ir de frente y diciendo las cosas como son.
Ahora ha sido Hernández, otro gran profesional latino, excepción dentro del selecto grupo de umpires de las Grandes Ligas que es un coto cerrado para los blancos.
Hernández se cansó del mal trato recibido, como argumenta en su demanda, y la presentó contra las Grandes Ligas y la propio Oficina del Comisionado, Rob Manfred.
Además detalla que se trata de una larga y lenta venganza personal de Joe Torre, actual jefe ejecutivo de las Grandes Ligas, en su contra, además de la discriminación racial que también ha obstaculizado el ascenso en su carrera.
En la demanda presentada el lunes en Ohio, Hernández dice que Torre, mantiene un rencor contra él que se remonta a cuando el actual directivo dirigía como piloto a los Yanquis de Nueva York.
Exactamente desde un partido de liga disputado en mayo de 2001, cuando Hernández decretó una jugada que impulsó a Torre a decir después del juego que el árbitro hispano “sólo quería hacerse notar allí”.
Según varios informes, Hernández afirma en su queja que desde que Torre asumió su puesto en la Oficina de la Liga en el 2011, “la noción de que Hernández sólo quería hacerse notar” ha prevalecido en las evaluaciones anuales del umpire, al igual que la actitud negativa general de Torre hacia el mismo.
Hernández, que está en su vigésima cuarta temporada como umpire de Grandes Ligas, sostiene además que las mayores no están haciendo un trabajo adecuado de promoción de árbitros minoritarios.
La demanda de Hernández afirma que ninguno de los 23 árbitros que han sido ascendidos a jefe de equipos, formados por cuatro profesionales, desde 2000 han sido afroamericanos o hispanos.
La demanda también afirma que sólo un árbitro perteneciente a una minoría ha sido asignado a lo grupos de umpires para las seis Series Mundiales que se han jugado desde que Torre comenzó a trabajar para las Grandes Ligas.
“La selección de estos individuos blancos menos calificados sobre Hernández estaba motivado por consideraciones raciales, nación de origen y/o étnicas”, destaca la demanda.
Además, en junio, Hernández presentó dos cargos por discriminación con la Comisión Federal de Igualdad de Oportunidades de Empleo.
Hernández, quien dice que ha visto “otros árbitros menos experimentados, generalmente blancos”, promovidos por delante de él, busca pagos retroactivos, ya que las promociones y las asignaciones de la Serie Mundial cuentan con una mayor compensación financiera.
Hernández, de 55 años, ha trabajado dos Series Mundiales (2002, 2005) y la temporada pasada fue parte de un equipo de la Serie de Campeonato de la Liga por séptima vez.
Sin embargo, en la demanda insiste que la figura de Torre como directivo no ha buscado más que vengarse y perjudicar su desarrollo profesional.
Hasta el momento, ni Torre, ni el comisionado Manfred han hecho ningún tipo de comentario oficial, pero el asunto se les ha convertido en algo nada deseable cuando a partir del jueves lleguen a Miami para la celebración de la 88 edición del Juego de Estrellas, donde el protagonismo latinoamericano está más que asegurado.
El mismo confirma que las Grandes Ligas sin la aportación de los peloteros latinoamericanos no tendría el auge y la calidad que ha adquirido en la última década de competición.
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