Apagan fuegos forestales y lo que ganan no les da para vivir
“Para mí el trabajo que realizamos los bomberos forestales no tiene precio y ha sido todo el tiempo menospreciado; porque solo se tienen en cuenta los bomberos forestales cuando hay incendios forestales de gran magnitud”, es parte del testimonio de Jonathan Hernández Rosario, técnico forestal y encargado regional norte de gestión y manejo del fuego.
Es martes 4 de abril al mediodía en Guaigüí, La Vega. Allí, alrededor de 20 bomberos forestales de la brigada norte, se preparan para un combate cara a cara contra un siniestro que puede unirse con otro si no lo aniquilan a tiempo. Las probabilidades de que se unan son altas, según Jonathan.
El equipo ha comido pan con atún enlatado, acompañado de jugo y mucha agua. Camina hacia el incendio forestal. Pero, el fuerte viento y la baja humedad, producto de los rayos del sol, avivan el fuego que les espera y se expande. Exterminarlo parece una tarea difícil, pero no imposible. En medio de las cenizas, Jonathan explica las posibles causas de este siniestro: “Por la característica del lugar esto aparenta que fue quemando alguna basura o limpiando algún solar”.
Como las condiciones actualmente están muy extremas toda la vegetación está muy deshidratada por la temperatura, cualquier chispa por el mismo viento, quizás de la basura, provocó que se le saliera de la mano y se le fuera a provocar el incendio ya sin control”, continúa explicando, mientras, con un machete aísla el combustible en el terreno para que el caliente no siga quemando y no se reanimen las llamas.
Fuera del área de combate, tres niños merodean la zona. Al parecer viven próximo a donde se ha registrado el incendio forestal. Ellos señalaban al presunto autor del hecho, minutos antes de que la brigada comenzara con las tareas de extinción. Esas indicaciones, explicó Jonathan, son importantes para indagar el origen del fuego.
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