Conflictos: ¿Se pueden resolver de manera adecuada?.
Los conflictos son parte de nuestra vida cotidiana. Desde los más banales hasta los más complicados. Si no podemos manejar los conflictos de manera adecuada, emociones negativas se presentan que afectan nuestra autovaloración y bienestar emocional.
Puede tratarse de conflictos internos que podamos tener en relación a la manera en que actuamos en oposición a nuestros valores, creencias religiosas, costumbres culturales o marco cognitivo conductual (guion) que viene a determinar quiénes somos.
Estos mismos conflictos se pueden presentar en relación a personas con las que interactuamos: pareja, familia, compañeros de trabajo o estudios y entorno social.
Al presentarse un conflicto interno, que nos concierne sólo a nosotros la tendencia normal es autocalificarnos en forma negativa, esto se traduce en emociones que pueden involucrar desde la angustia hasta la depresión.
Si por ejemplo actuamos de manera deshonesta y la honestidad es un valor que nosotros tenemos en nuestro guion, lo más probable es que sintamos culpa y nos autocalifiquemos: “Soy malo, no tengo el valor de ser honesto”. La auto-calificación es negativa, una correcta autocrítica es completamente diferente. En el caso mencionado podría ser “Actué de manera deshonesta”. A partir de esta afirmación se puede investigar desapasionadamente la conducta que nos causa el conflicto, analizar que la promueve y que podemos hacer para corregirla. Es decir eliminar la culpa con respecto al conflicto.
En las relaciones interpersonales la herramienta más útil para la resolución de conflictos es la buena comunicación. Esta no solo involucra el discurso, es más una estrategia que se debe diseñar para lograr que nuestro mensaje sea recibido de la manera más positiva y obtengamos los resultados que esperamos.
Esta estrategia debe contemplar varios aspectos como por ejemplo:
- Buscar el momento adecuado. Escoger en qué momento consideramos que la persona con la que queremos comunicarnos esté en un estado receptivo, dispuesto a escucharnos.
- Preparar nuestro discurso. Escoger cuidadosamente las palabras que vamos a utilizar de acuerdo a quien es nuestro interlocutor, tener en cuenta cuales palabras van a ser tomadas como una crítica o ataque y evitarlas. Nuestro discurso debe ser tal que el mensaje principal que transmita sea: tenemos la capacidad de resolver este problema juntos.
- Cuidar nuestro tono de voz. Este debe ser calmado y pausado, debe transmitir una sensación de bienestar en oposición a un estado de agitación.
- Prestar atención a nuestro lenguaje corporal. Nuestra expresión facial y postura tanto como nuestra gesticulación deben estar en sintonía con la calma y buena disposición que deseamos transmitir.
Por último, si no notamos una buena recepción del mensaje para resolver el conflicto, parte de nuestra estrategia debe contemplar una retirada, es decir, dejarlo para otra oportunidad. Revisar lo actuado y rediseñar la manera en que actuaremos en el siguiente intento que hagamos de resolver el conflicto.
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