Piel para vivir: se necesita un banco nacional
República Dominicana ha sido testigo de una serie de incendios y explosiones que dejan en su estela personas con quemaduras de diversos grados, profundas cicatrices y pérdidas humanas.
Cada experiencia sirve como un recordatorio de la necesidad de un Banco Nacional de Piel y Tejidos en el país para recolectar, procesar y almacenar piel humana para su uso en trasplantes a los fines de reducir la tasa de mortalidad por esta causa y darles calidad de vida a los afectados.
Imagina atravesar un infierno. Tu piel arde, el dolor es insoportable, tu vida pende de un hilo. Este es el aterrador comienzo del largo y doloroso camino que enfrentan los pacientes quemados.
Cada cinco horas en el país una persona adulta es ingresada tras una emergencia térmica, así lo confirman las estadísticas de la Unidad de Quemados Pearl F. Ort, para adultos, ubicada en el Hospital Ney Arias Lora, la única en el país para ese segmento poblacional que en el año 2023 registró 1,600 pacientes.
Quemaduras por electricidad lideran
La causa de las emergencias térmicas se distribuye de la siguiente manera: 672 pacientes ingresados por contacto eléctrico, 480 por flama, 320 por escaldaduras, es decir cuando la piel entra en contacto con líquido caliente, y 48 por quemaduras con sustancias químicas.
Las quemaduras por electricidad representan el 42% en los adultos. Según el doctor Eddy Bruno, director de Unidad de Quemados Pearl F. Ort, República Dominicana encabeza los listados mundiales de cifras de electrocutados.
Las quemaduras eléctricas no solo causan graves lesiones, sino que además en algunos casos la muerte.
En el 2023 se reportaron 168 decesos por electrocución, de acuerdo con el Centro de Análisis de Datos de Seguridad Ciudadana.
El director de Unidad de Quemados Pearl F. Ort destaca que el hurto de energía, es decir las conexiones ilegales, ha incidido en el aumento de las quemaduras eléctricas en el país.
Otras de las quemaduras que podrían en algunos casos estar vinculadas a ilícitos, son las causadas por sustancias químicas que representan aproximadamente un 3%.
Esther Jiménez, una dominicana de 40 años, sobrevivió a quemaduras de segundo y tercer grado, y a 13 años de la tragedia aún vive con las secuelas.
“Yo estaba trabajando en una cafetería y llegó un muchacho; le digo qué deseas y me dice: toma que ahí te mandaron y me tira el líquido. Yo quería creer que había sido un vaso de cerveza pero vi que fue un pote que me lanzó y entonces cuando grité, mi pareja, que es el dueño de la cafetería, fue y me dijo qué es lo que te pasó. Me echaron agua y me llevaron al hospital de Bonao”, narra Esther Jiménez, víctima de quemadura con ácido.
La severidad de las quemaduras de Jiménez se agravó debido a las debilidades imperantes en el sistema de salud dominicano, como falta de camas y la escasez de apósitos biológicos.
“Ese día llegué al Morgan y me mandaron para mi casa, pero era porque no había camas para dejarme. Como a la semana se vació una cama y me dejaron. Duré un mes en coma, no sé si fue que me indujeron o qué. Los doctores le decían a mi hermana que arreglaran la casa porque no iba a poder resistir, la nariz se me cayó, me la reconstruyeron y como puede ver no puedo respirar bien”, expresa.
Agrega: “Al mes de despertar, me dieron el alta médica, no porque tenían que darme el alta, sino porque necesitaban la cama para otro quemado”, cuenta.
Sus quemaduras tardaron cuatro años en cerrar. Debido a la falta de un banco de piel, su familia se encargó de conseguir los apósitos biológicos.
“Me pusieron una piel, mi hermana hizo la diligencia, me consiguieron una piel que era bastante cara, en ese tiempo costó 375 mil pesos, para ese tiempo era mucho dinero y mi hermana fue donde la Primera Dama y le donaron el dinero”, narra.
Esther se vio obligada a enfrentar un dolor indescriptible y una lucha constante en busca de su recuperación. Esta es la realidad que viven miles de personas en el país.
El Reporte Especial, que conduce Julissa Céspedes, contactó a la Dirección del hospital Robert Read Cabral por diversas vías para solicitar una entrevista y las estadísticas que maneja el área de quemados de dicha institución, pero no recibió respuestas.
El equipo de investigación se trasladó a la Unidad de Niños Quemados Doctora Thelma Rosario, en Santiago, donde conoció la historia de una pequeña de ocho años llamada Esthefanie, quien sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en aproximadamente el 70% de su cuerpo.
Según la madre de la menor, debido a que el Hospital cuenta con un área destinada a la recolección y mantenimiento de piel y apósitos biológicos su hija pudo recibir estos implantes desde que ingresó a la urgencia.
Cada 20 horas se quema un niño
El dato proviene de la Unidad de Niños Quemados Doctora Thelma Rosario, que opera en el Hospital Regional Infantil Dr. Arturo Grullón, en Santiago, donde en los últimos 17 meses se ingresaron 431 menores.
En los infantes, la principal causa de quemaduras es por los líquidos calientes con 256 ingresos. Estas cifras ponen de manifiesto la necesidad de un banco de piel nacional. En casos de quemaduras graves, la piel donada es vital para cubrir heridas, pero el país tiene limitantes para realizar procedimientos como ciertos injertos de apósitos biológicos que son un tipo de vendaje avanzado.
El doctor Eddy Bruno explica que cubrir las quemaduras de un paciente con estos apósitos tiene múltiples funciones y beneficios porque actúan como una barrera física contra infecciones y contaminantes externos y mantienen un ambiente húmedo que favorece la cicatrización y disminución del tiempo de curación.
“Nosotros usamos en algunas ocasiones que hemos conseguido piel de cadáver, apósitos sintéticos también algunas otras matrices que están en el mercado, pero generalmente lo que usamos es piel de cerdo porque es más accesible. Nosotros compramos el cerdo en sitios donde se crían con algunas características, se sacrifican de una forma que no afecta la piel, que no contamina. Entonces tomamos toda la piel del cerdo, la procesamos con soluciones antibióticas y la usamos como coberturas temporales”, explica.
El especialista de la salud plantea que donde haya una unidad de quemados, concomitantemente, haya un banco de piel y tejidos.
Solo tres unidades de quemados
En el país solo existen tres unidades de quemados: la Pearl F. Ort para adultos ubicada en el Hospital Ney Arias Lora, en Santo Domingo; la Unidad de Quemado Infantil Dra. Thelma Rosario, en el Hospital Arturo Grullón, en Santiago; y en Santo Domingo hay un área para niños quemados en el Robert Reid Cabral, donde se inició la construcción de una moderna unidad hace 14 años.
Si un adulto sufre lesiones de quemaduras de segundo o tercer grado en Elías Piña, para ser trasladado hasta la unidad de quemados, debe recorrer una distancia de aproximadamente 257 kilómetros por carretera. Este recorrido generalmente se realiza en unas cuatro a cinco horas, tiempo en el que el paciente sin un traslado adecuado puede contraer infecciones.
Waldo Ariel Suero, presidente del Colegio Médico Dominicano, plantea que se habiliten tres o cuatro unidades de quemados en Santo Domingo, una en Francisco de Macorís y otra en La Vega o en Puerto Plata.
Sugiere la construcción de una unidad en Barahona, otra en San Cristóbal; y la del Este, se ubicaría en La Romana.
Una asistencia delicada y costosa
Un niño que sufre quemaduras de segundo grado superficiales tiene un costo por día en intensivo de aproximadamente RD$14 mil. Un día de un infante con quemaduras de segundo grado profundas ronda los RD$22 mil. En el caso de abrasiones de tercer grado, el precio supera los RD$32 mil, según datos de la Unidad de Quemados del Hospital Arturo Grullón que cuenta con tan solo 14 camas para estas emergencias.
En el caso de las quemaduras en adultos de segundo a tercer grado, el costo diario de su ingreso ronda los RD$50 mil, es decir, que un mes tiene un costo que supera el RD$1 millón 500 mil.
“Nosotros tenemos 11 camas. Hicimos un estudio de costo, hace dos años, y un día de cama, el paciente quemado sale alrededor de RD$46,200 diarios”, dijo Eddy Bruno. En República Dominicana hay miles de historias desgarradoras contadas por personas que sobrevivieron a lesiones causadas por quemaduras, sus relatos describen como estos han luchado por recibir la atención adecuada para salvar sus vidas, y todos concuerda que la existencia de un banco de piel en el país haría un cambio.
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