Cuidar el corazón
Cada 29 de septiembre, desde el 2000, se celebra el Día Mundial del Corazón. Ese año la Federación Mundial del Corazón, con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) instituyó este día con el propósito de crear conciencia sobre las enfermedades cardiovasculares, cómo prevenirlas o evitarlas y cómo tratarlas.
La cotidianidad en que transcurre la existencia de millones de personas se compone de jornadas agotadoras, ya sea en centros de estudio o en oficinas, o en las diferentes actividades con las que la mayoría se gana el sustento.
El estrés, la fatiga crónica, la alimentación poco saludable, la falta de tiempo y de lugares idóneos para actividades físicas o para practicar deportes, forman parte de una mezcla explosiva que atenta contra la salud del corazón por la carencia de hábitos más sanos y de autocuidado.
A ello se suman otras costumbres más dañinas, como el consumo de tabaco, el exceso de alcohol y los fines de semana en que parece “lícito” atracarse de comidas ricas en grasas, dormir tarde y poco, y llevar una vida sedentaria que genera obesidad.
La acumulación de grasa en la sangre (colesterol) provoca problemas de fatiga, dificultad respiratoria, arritmias, taquicardia y posibilidad de infartos debido al aumento de la hipertensión, que también puede causar muerte súbita o accidentes cerebrovasculares, entre otras consecuencias fatales que pueden evitarse.
Cuidar el corazón es una tarea que debiéramos asumir como una misión vital, porque es una manera de prolongar la vida y de sumarle calidad a la existencia cotidiana.
Esto es posible de maneras muy simples, basta con reducir la ingesta de grasas, harinas y frituras, y reemplazarlas de manera paulatina por frutas y verduras, disminuir el consumo de dulces y refrescos azucarados, como también la ingesta de bebidas alcohólicas y en cambio beber suficiente agua, adoptar la costumbre de caminar a diario al menos media hora, y cuidar el peso corporal.
A todo lo anterior hay que agregarle una consulta periódica con el cardiólogo, y esto hay que hacerlo desde temprana edad, porque es alarmante el número de jóvenes que sufren infartos, pese a que se ven aparentemente sanos.
Cuidar el corazón significa cuidar también a los seres queridos, a los familiares que nos rodean y se preocupan por nosotros, que son los que sufren cuando un evento de salud nos complica la existencia o tiene consecuencias fatales.
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