Científicos apuntan que la vacuna contra el VIH o el COVID-19 puede depender de ajustar sus moléculas
Madrid, España
Investigadores del Instituto de Inmunología de La Jolla (Estados Unidos) han mostrado que una forma de mejorar la respuesta inmunológica del cuerpo a las vacunas es el factor de la valencia del antígeno.
La valencia se refiere al número de sitios de unión de anticuerpos en un antígeno.
El diseño de una vacuna comienza con la búsqueda de los ingredientes adecuados.
Cada agente infeccioso tiene moléculas, llamadas antígenos, que el sistema inmunológico podría potencialmente reconocer y atacar. Así que los científicos deben considerar cuidadosamente qué antígenos deben ir en una vacuna.
Los científicos saben mucho sobre cómo diseñar vacunas, pero hay muchas enfermedades que no han sido controladas a través de la vacunación.
El VIH, por ejemplo, muta rápidamente y es muy bueno para esconderse del sistema inmunológico, por lo que es difícil para los científicos averiguar qué antígenos deben incluirse en una vacuna.
"Las diferencias en la valencia pueden impactar en las respuestas de los anticuerpos.
Diferentes vacunas tienen valencias muy diferentes. La toxina de la difteria es un dímero, valencia de 2. La vacuna contra la Hepatitis B es 100-120.
No hay un consenso claro sobre cómo las diferentes valencias impactan en las respuestas de las células B, ya que estos antígenos también difieren en muchas otras formas", explica el líder del estudio, Yu Kato.
Para el nuevo estudio, los investigadores utilizaron una técnica avanzada de imagen llamada microscopía de dos fotones para visualizar los efectos de las valencias en las respuestas de las células B.
Los investigadores descubrieron que los antígenos de alta valencia pueden llevar al cuerpo a producir más células B productoras de anticuerpos.
Es como si el sistema inmunológico viera los muchos objetivos de estos antígenos y tomara un enfoque de dispersión para golpearlos.
De hecho, una valencia de 60 parece ser suficiente para aumentar el número de células B, y una valencia de cuatro podría ser suficiente en muchos casos.
Los antígenos de baja valencia conducen a una respuesta de las células B más pequeña y más específica.
Estas células B son más raras, pero es más probable que sean tiradores agudos. Se dice que estas células tienen una "alta afinidad".
Los científicos han sabido de la valencia durante mucho tiempo, pero ha sido difícil probar qué valencias de antígeno funcionarán mejor en las vacunas.
Un gran problema es que los diferentes patógenos no sólo difieren en la valencia.
También tienen diferentes estructuras, diferentes modos de entrar en las células y diferentes estrategias para evadir el sistema inmunológico.
Esto significa que los científicos que estudian los efectos de la valencia están atascados comparando manzanas con naranjas.
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