Los beneficios del vino en la salud
El vino es una bebida a la que tradicionalmente se le han asociado tanto efectos buenos como perjudiciales para la salud. Lo que determina que la balanza se incline hacia un lado o hacia el otro es el consumo diario y el patrón de alimentación que se siga.
“Los mayores beneficios se logran cuando el consumo es moderado y está dentro de un patrón dietético saludable, como es la dieta mediterránea”, afirma Ramón Estruch, uno de los jefes del grupo de investigación Predimed del Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn).
Pero, ¿qué se entienda por consumo moderado? Estruch señala que en el caso de los hombres hablaríamos de un máximo de tres copas de vino al día y de una copa y media al día en las mujeres. Esta diferencia en la recomendación se debe a que el metabolismo del alcohol en el organismo es diferente para hombres y mujeres.
“Estas últimas tienen una menor concentración de un enzima, la enzima alcohol deshidrogenasa, en la pared gástrica, comparado con los varones, lo que implica que haya una mayor absorción del etanol”, afirma. “También las mujeres tienen un menor volumen de distribución del alcohol en el organismo y un metabolismo hepático del alcohol más enlentecido”.
¿Da igual que sea vino blanco que tinto?
El experto señala que existen estudios que indican que el consumo moderado de vino es responsable de un 25 por ciento de los efectos beneficiosos que tiene la dieta mediterránea tradicional. “La dieta mediterránea sin vino es saludable, pero al añadir esta bebida se consigue un mayor efecto protector”.
Entre los principales beneficios de seguir esta dieta (que se incrementan al añadir el vino al patrón alimentario) destacan:
Reduce un 30 por ciento la incidencia de complicaciones cardiovasculares mayores, como son el infarto, la muerte por un evento cardiovascular o el ictus.
Hay menor riesgo de diabetes, mejora el perfil lipídico y disminuye la presión arterial.
Reduce la prevalencia de síndrome metabólico.
Reduce los marcadores de estrés oxidativo, así como los biomarcadores de inflamación.
Respecto a si los beneficios son similares si se consume vino blanco o tinto, Estruch especifica que parte de los beneficios del consumo moderado de vino se debe al alcohol que contiene, pero otra parte depende de la cantidad de los productos no alcohólicos, principalmente los polifenoles.
“Estos son compuestos bioactivos que sintetizan las plantas para protegerse de las agresiones que sufren, como por ejemplo las plagas, la sequía o la insolación.
Cuando el ser humano ingiere estos compuestos adquiere parte de estas propiedades y obtiene una cierta protección frente a muchas enfermedades crónicas, como por ejemplo las enfermedades cardiovasculares o el deterioro cognitivo”, explica. “Por todo ello, el vino que contenga más polifenoles tendrá mayores efectos saludables, de ahí que el vino tinto tenga mayor efecto protector que el blanco, por su mayor contenido en polifenoles”, concluye.
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