"Hasta que no la imprimes, la foto no existe"
Su estilo minimalista y directo, con fotos en las que la figura humana solo aparece cuando es estrictamente necesario, ha podido verse en distintas exposiciones desde Barcelona hasta Nueva York. La vida de Álvaro Sánchez-Montañés (Madrid, 1973) dio un giro completo cuando con 18 años compró una vieja cámara Zenit de segunda mano en el Rastro madrileño. Desde entonces no ha parado de hacer fotos, recibir premios y becas y colaborar con la galería Valid Foto BCN. Recientemente hablamos con él acerca de sus referentes, de su visión poco optimista sobre la conservación de nuestro entorno natural y de la efímera vida de las imágenes digitales.
Eres ingeniero aeronáutico, pero parece que te has dedicado a la fotografía toda la vida. ¿Qué o quién fue el culpable de que decidieras fotografiarlo todo?
Comencé a tomar fotografías y positivar en laboratorio a los 18 años. Ingeniero aeronáutico no fui hasta los 25. Creo que el culpable fue Cartier-Bresson. Él me descubrió que una cámara servía para mucho más que generar recuerdos.
¿Y qué es lo que te mantiene detrás de la cámara? ¿Por qué seguir haciendo fotos?
Cuando hago fotos consigo olvidarme de todo. Sé que suena a topicazo, pero es realmente así.
Algunos de tus trabajos muestran escenarios desiertos o abandonados con una presencia humana casi inexistente. ¿Te molestan las personas en las fotos? ¿Es la fotografía una disciplina artística solitaria?
No me molestan las personas, para nada, pero me interesan más sus rastros. Por supuesto que hago fotos de personas, pero me las reservo. Creo que no van con mi cuerpo de trabajo actual. Y respondiendo a lo segundo, no, para nada. Suelo ir acompañado de amigos a hacer fotos o de cualquiera que quiera acompañarme.
Incluso los proyectos en los que sí retratas a personas presentan un aire desolador y de desamparo. ¿Qué le estás contando al mundo con tus trabajos?
En realidad yo no lo veo tan dramático. Pero tampoco te quiero engañar. Me preocupa mucho la conservación del ecosistema y el uso que hacemos del territorio. Sin duda esto está muy presente en mi trabajo. A veces disfruto presentando a la naturaleza como ganadora, aunque sea una ilusión: no vamos a parar hasta destruirlo todo.
¿Cómo clasificarías tu estilo fotográfico? ¿Documental? ¿Callejero? ¿Fotoperiodístico?
Realmente me cuesta incluirme en alguno de ellos. No creo en el documentalismo fotográfico ni en el periodístico. O por lo menos no aspiro a practicarlo. Pero tampoco intervengo en mis fotografías ni recreo nada en ellas o hago instalaciones. Creo que simplemente fotografío pedazos de la realidad con una cierta intencionalidad artística, pero en ningún caso intento enseñarle ninguna verdad a nadie.
La arquitectura parece ser un tema recurrente en tus trabajos. ¿Qué importancia le das a la composición? Es algo que también cuidas mucho en tus instantáneas.
Eso es verdad. Me vuelvo loco componiendo. Me encanta jugar con las líneas y las proporciones, y cuando creo que he encontrado la composición que me gusta, todavía vuelvo e intento verlo de otra manera. Luego a veces, cuando edito, me llevo sorpresas.
Has expuesto en distintas ciudades del mundo. ¿Con qué público sientes que has conectado mejor?
Sin duda alguna con el parisino. Allí se respira un amor a lo fotografía que no he visto en ningún sitio. Reconozco que me causa admiración ver una cola de horas para entrar al Jeu de Peume en pleno invierno para ver una exposición. No me lo imagino aquí en casa.
Tu lista de premios y becas no es corta. ¿Qué tienen tus fotos que gustan tanto a público y crítica?
Me gustaría pensar que es porque tienen algo misterioso, algo fuera o dentro del encuadre que hace reflexionar al que las mira. Pero vete tú a saber. Quizás simplemente sea porque quedan bien en el salón.
Tu formación artística es autodidacta. ¿Cuáles han sido y son tus referentes?
Harry Gruyaert, Stephen Shore, Koudelka, Nadav Kander, Larry Sultan, Pinkhassov…
¿Y con qué fotógrafo clásico te quedarías?
Pues si tengo que elegir, creo que con Elliott Erwitt. Comparto con él la pasión por la fotografía canina [ríe].
¿Cuál ha sido la imagen que más te ha marcado y te gustaría que formara parte de tu colección?
Tengo mil. Me encantaría tener ese perro negro en la nieve de Koudelka. Mataría por una copia vintage en dye transfer de cualquier imagen del “Uncommon Places” de Stephen Shore.
¿Cómo ves la fotografía hoy en día?
La veo rebosante de salud. Hay gente buenísima trabajando en todos los campos, desde el periodismo al fotolibro, o artistas que simplemente la utilizan como medio de expresión. Se han superado todas las fronteras.
¿Cómo la imaginas dentro de diez años?
No me la imagino en diez años. Dependerá de las nuevas técnicas... Supongo que más cercana al 3D y al vídeo.
¿La revolución digital y de los teléfonos móviles ha hecho evolucionar la fotografía o la ha deteriorado?
Creo que evidentemente ha supuesto un proceso de democratización. Ahora mismo hay muchísimas más personas que pueden crear imágenes de calidad, y esto es muy bueno. Aunque creo que el mercado y el mundo del galerismo no han sabido digerirlo demasiado bien.
En cuanto a los móviles, se produce una paradoja: hacemos más fotos que nunca, pero tenemos menos fotos que nunca. La mayoría de ellas mueren con el móvil. En muchos casos son fotos de usar y tirar: las haces, las miras y te olvidas de ellas, al contrario de esas pocas que había en los álbumes de casa y que tus padres sacaban a cada visita. Casi nadie se preocupa de imprimirlas, y hasta que no la imprimes, la foto no existe.
¿Y las redes sociales? ¿Nos están saturando con imágenes, nos vuelven insensibles o son otra moda más que acabará pasando a mejor vida?
Las redes sociales lo saturan todo. Todavía no sé qué pensar de ellas, a pesar de que soy usuario de casi todas. Son la nueva televisión, y muchas veces una absoluta pérdida de tiempo y un foco de desinformación. ¡Hay que estar alerta con ellas!
¿Es posible hoy día ganarse dignamente la vida con la fotografía?
Pues la verdad es que no lo sé. Yo me la gano con otro trabajo. Sin dar clases o hacer bodas y bautizos, tengo serias dudas de que se pueda.
Has trabajado en distintos países del mundo. ¿Hay que ir tras la pista de las buenas historias o solo hay que mirar a nuestro alrededor con más atención?
Obviamente es más fácil hacer fotos fuera del entorno cotidiano en que nos movemos, ya que somos capaces de encontrar más rápidamente las paradojas y contradicciones visuales que se dan a nuestro alrededor.
FUENTE:http://www.quesabesde.com/noticias/alvaro-sanchez-montanes-entrevista_13058
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