Sin liderazgo responsable
Que Joe Biden se plantee pedir al Congreso US$100 mil millones para apoyar en sus guerras a Israel y a Ucrania, indica que la vía diplomática no le es opción. Tampoco lo es para las potencias de la ONU, corroborado por el reciente fracaso de las propuestas de un alto al fuego en la Franja de Gaza, o de que al menos se puedan crear “pausas humanitarias” en el bombardeo para auxiliar a su atribulada población.
El mundo actual está patas arriba, dividido en bloques o zonas, sin nadie que se atreva siquiera a promover la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad, la cooperación y la primacía de los derechos humanos.
El papa Francisco es el único que en ocasiones muestra la actitud que correspondería a un líder responsable, pero resulta paradójico que cuando implora, casi ruega, que cese la violencia y se reconstruya una convivencia pacífica con justicia en Ucrania, hasta algunos de sus propios obispos le critican por supuestamente asumir una posición equidistante.
Hacia cualquier zona del mundo que se mire, hay amenazas, confrontación y desenfado verbal, a tal punto que António Guterres, secretario general de la ONU, estima que “la humanidad está a un error de cálculo de la aniquilación nuclear”.
Esto así porque potencias nucleares están en el ruedo, con un lenguaje guerrerista que encierra un olímpico desprecio por la vida humana.
En realidad, asistimos a una hora en la que en el mundo no hay dirigentes de suficiente estatura; ninguno que priorice el desarrollo y el bienestar humano.
Lo que vemos es el empeño de los “líderes” de las naciones más poderosas para acercarnos a la hecatombe, porque carecen de visión más allá de azuzar e incentivar los enfrentamientos y las guerras.
Existe, además, uno que otro gobernante fuertemente anclado en el poder y con autosuficientes pretensiones mesiánicas, lo cual acentúa el riesgo de una conflagración mundial.
Putin advirtió recientemente: “No puede haber ganadores en una guerra nuclear”, lo que guarda estrecha relación con la frase que algunos atribuyen a Einstein y que predice con espantosa exactitud el futuro al que la humanidad se acerca: “No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero en la cuarta será con palos y piedras”.
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