Gilbert Gómez y los Tigres del Licey: una unión confiable
Ciertamente Gilbert Gómez está muy lejos de ser un Salón de la Fama de Cooperstown, pero puede darse el lujo de decir algo que ningún otro: ya ganó en Lidom, y fue el dirigente más joven en hacerlo.
No debería ser un secreto para nadie que dirigir en el béisbol invernal dominicano supone un gran desafío, por razón muy específica: ningún equipo nunca está en reconstrucción, por lo que ser campeón es la única manera de no terminar en fracaso.
Pero, a esa gran responsabilidad se le debe colocar varias libras más en su peso cuando se trata de dirigir a los Tigres del Licey, y no es para menos, es el equipo más ganador, el que tiene más fanáticos, y en el que ser subcampeón nunca es una opción.
Gómez tomó las riendas del Licey quedando solamente pocos partidos del calendario regular, y en un momento en que el equipo atravesaba una mala racha que ponía en peligro la clasificación al round robin. Pero una vez asumió, el resto fue historia.
Cuando se le dio la información de que sería el dirigente de los Tigres, no se detuvo a pensar en lo que significaba ser el mánager del equipo más ganador, sino en buscar soluciones al difícil momento por el que atravesaban.
“La primera ficha que moví fue hacerle entender a los muchachos que aunque no estábamos pasando por un buen momento, el talento estaba ahí, y que esa circunstancia era solo una mala racha. Les impregné esa confianza que quizás a algunos les hacía un poquito de falta, y que ellos crean que lo podían hacer”, dijo Gómez al ser entrevistado en el programa La Hora del Deporte, que se transmite los domingos de 11:00 a 1:00 pm por CDN Deportes.
El joven dirigente explicó que pensó mucho en cómo se iba a dirigir al grupo en su primer día, ya que quería causar un buen impacto con su primer discurso y alineación, además de que los jugadores se identifiquen con él.
Enfoque
Gómez estaba consciente que así como las derrotas eran muy sufridas por tratarse de un equipo como los Tigres, los triunfos también eran muy satisfactorios, pero no permitió que el éxito provocara que los “humos se le subieran a la cabeza”.
“Yo realmente procesé bien lo que significa ser dirigente del Licey y de todo lo que habíamos logrado, cuando regresé de la Serie del Caribe. No quiere decir que no me sentía orgulloso o que no celebraba las victorias, pero nunca me enfoqué en el hecho de que era el mánager de los Tigres o en los triunfos, hasta que todo el trabajo no estuviese finiquitado”, manifestó Gómez.
Ganar-ganar
Gilbert aseguró que “no vive del pasado”, haciendo énfasis en que el título logrado ya no importa, por lo que el objetivo pasa a ser ganar el tricampeonato, que no se logra en Lidom desde hace casi 30 años.
La unión de Gómez y el Licey representa una muy confiable, pues la juventud de Gilbert ya no debería ser una razón para dudar, si acaso eso pasó. Es un dirigente que se reinventa, y aunque está ligado a la sabermetría y a las nuevas rutas por las que se encamina el béisbol, no está opuesto a también ser de la vieja escuela.
Eso da a la gerencia de los Tigres una garantía de que puede poner jugadores con cualquier tipo de características sobre el terreno, y Gómez buscaría la forma de ponerlos en una posición de producción.
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