JCE, partidos y libre albedrío
El libre albedrío que plantea la Biblia, de elegir entre el bien y el mal como forma de vida, se extiende a todos los ámbitos, público y privado. Por ejemplo, la JCE, recientemente, al aplicar la resolución del 20% de la reserva de candidatuas, se vio en el dilema entre dejar en libertad o no a los partidos para aplicar según convenga a cada organización, y dio la señal de querer imponerse y dictar las reglas de distribución.
Por la reacción en contra de la mayoría de los partidos, indica que ese es el camino del mal, mientras que, si la JCE repetía el modelo aplicación del artículo 58 de la ley 33/18 que se hizo en 2019, no perjudicaría a ninguna organización, pues ese criterio respeta el libre albedrío de cada partido distribuir conforme a sus necesidades ese 20%.
Por ejemplo, en 2019, el PLD no hizo uso de esa reserva y llevó a todos los precandidatos a primarias para elegir los candidatos; por el contrario, el PRM, se reservó 29 de 32 senadurías. Por ese tema, nadie hizo alharaca, más que a lo interno de las propias organizaciones.
Otra señal de que la JCE con esa decisión, si la ratifica, escogió el camino del mal, es que el partido oficial está celebrando y felicitando al órgano. No hay nada peor para la credibilidad y confianza de un órgano electoral, que lo vinculen con el partido de gobierno y lo rechacen los partidos de oposición. La historia electoral está tan cerca que sirve de espejo el 2020.
El hecho, que la mayoría de cuatro miembros, pues la titular Dolores Fernández emitió un voto disidente muy bien fundamentado, aprobara el borrador de resolución con un criterio que perjudica a la mayoría de los partidos y que afecta la credibilidad del propio órgano, no significa que la decisión esté influida para beneficiar los intereses políticos del partido de gobierno. Más bien es una interpretación errónea de su papel de árbitro.
Por ejemplo, Román Jáquez, presidente de la JCE ha sostenido el criterio de que la reserva de 20% debe hacerse por nivel de elección y no nacional, en varias circunstancias. Pensaba igual cuando fue presidente del TSE y en su libro sobre sistemas electorales, ratificó ese enfoque. La JCE debe cuidar la legitimidad, confianza y credibilidad.
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