¿Hasta cuándo, Salcedo?
Por: Tony Pérez
Se arraiga la convicción de que Salcedo, provincia Hermanas Mirabal, es un municipio tullido. Lesiones permanentes han causado a su vida y economía, las protestas violentas recurrentes.
Las manifestaciones anunciadas para el martes 22 y el miércoles 23 de octubre solo contribuyen a agravar la condición de discapacidad de este pueblito nordestano. A ningún sitio llegarán los auspiciadores con asonadas, a menos que su objetivo sea la anarquía generalizada y declarar aquel sitio como zona de unos cuantos.
No solo son impopulares las acciones manchadas de terror y tiroteo al cuartel, en la víspera, para que la comunidad se abstenga, por obligación, de salir a las calles. También agravan la zozobra que sufre el mismo pueblo que dicen defender. Lo empobrecen más, espiritual y económicamente. Parece que por el pensamiento de los organizadores no pasa el término evaluación. Han mandado de vacaciones a la autocrítica. Porque una revisión concienzuda les habría indicado acerca de la urgencia de atacar el desencanto y la inseguridad que sienten lugareños y visitantes. Ese sería un gran éxito para ellos. Y les saldría muy barato.
Si grande es la irresponsabilidad de quienes apelan al vandalismo para justificar “reclamos sociales”, mayor es la del Estado, que deviene en cómplice. Si Salcedo se pudre –o avanza hacia la putrefacción--, las autoridades cargan una gran culpa.
La provincia Hermanas Mirabal ha tenido el privilegio, durante varios lustros, de contar con funcionarios de altísimo nivel y con fuerte arraigo con los presidentes de la República y los administradores de los poderes legislativo, judicial y municipal. Muy diferente a la orfandad de funcionarios registrada por otras comunidades del país.
Si grande es la irresponsabilidad de quienes apelan al vandalismo para justificar “reclamos sociales”, mayor es la del Estado, que deviene en cómplice.
Tal prerrogativa, sin embargo, no ha redituadolos correspondientes beneficios sociales.
Salcedo, para solo citar uno de los tres municipios (los otros dos son Tenares y Villa Tapia), se puede representar como un núcleo con un collar muy bien tejido de villas-miseria o tugurios donde la indigencia extrema se enseñorea y, por tanto, la droga “cae como el anillo al dedo”.Súmele al drama la grave debilidad en los servicios de electricidad, agua y mal estado de las calles y cañadas.
Bajo ese mar revuelto de inequidad social, buscan pertinencia los comunitarios bien intencionados en sus protestas, pero también las mafias y los politiqueros. ¿A cuál delincuente no le gustaría ese escenario tétrico? Parte de la juventud desahuciada por el sistema, ha sido atrapada por las redes de los malhechores. Ha sentido que la droga es el mejor medio para enajenarse de tanto desprecio.
Razones sobran para el malestar. El remozamiento ahora de la iglesia principal del municipio y la construcción de una verja perimetral que la aísla del parque central al cual ha estado integrada siempre, resulta un aliciente para la intranquilidad social. Paradójico, pero cierto. Hablan de una inversión cercana a los 35 millones de pesos. No estaría mal si allí no hubiera tanta gente misérrima, tantas favelas, tanta juventud desesperanzada por el desempleo. Con 35 MM son muchos los problemas sociales que las autoridades podrían resolver para bajar las eternas tensiones sociales. La cúpula de la Iglesia debería ser la primera en entenderlo. En estos tiempos de “vacas muertas”, ella debería negarse a recibir recursos estatales directos e indirectos. Sería una actitud cristiana.
La situación actual de Salcedo manda a una sesión permanente entre autoridades y fuerzas representativas de la verdadera sociedad civil, empresarios incluidos. Porque el protagonismo y el apañamiento político a revoltosos, que han predominado durante muchos años, solo llevan a un solo lugar: el hogar del caos.
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