La génesis de un campeón con los puños enguantados
Dos humillantes derrotas sufridas en peleas callejeras en su pueblo de Hato Mayor cuando tenía diez años ante un rival que solo recuerda le llamaban “Capo”, resultaron ser la génesis del pugilista que hoy enorgullece a toda una nación.
“Ese chamaquito vivía por casa, practicaba boxeo y las dos veces que nos fajamos me dio dos agolpiá”, relata Alexis de la Cruz, a quien su hermano mayor conminó para que también aprendiera el viejo “Arte de Fistiana”.
“Miguel Ángel me dijo ´Óye camina para el boxeo porque él sabe pelear y tú no, o deja de pelear con él´´”, recuerda De la Cruz, tras lo cual acudió al Polideportivo Héctor Monegro, de esa provincia, para practicar con el entrenador César –“El Patico—Mota .
Lo suyo y el boxeo fue amor a primera vista. Inicialmente se le instruyó sobre la manera de moverse, de pararse en el cuadrilátero, cómo tirar el recto y otros aspectos fundamentales antes de enguantarlo.
“Desde que yo estaba entrando la mano en los guantes, dije esto es lo mío”, rememora De la Cruz, cuyo progreso fue tan meteórico que a los tres meses era parte de la selección de su pueblo, por encima de compañeros que tenían seis meses practicando, en los intercambios que realizaban contra El Seybo.
Como es natural, nunca perdió de vista al primer verdugo que tuvo en su niñez. Así que ansiaba un nuevo enfrentamiento sin guantes para vengarse. Esa oportunidad le llegó y la aprovechó al máximo.
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