Hansel Enmanuel es un Salón de la Fama de la vida
Cuando se evalua y define a un jugador de baloncesto siempre se hace más énfasis en las habilidades físicas que puede desarrollar en la cancha.
Se dice, por ejemplo, que tiene un gran salto vertical que le ayuda a ser un buen rebotero. O que su rango de lances le permite encestar el triple con consistencia. O que su visión del tabloncillo le hace identificar dónde están sus compañeros.
El caso de Hansel Enmanuel es muy diferente. No se puede evaluar su actuación como cualquier otro baloncestista. Es un caso único en la actualidad en el baloncesto universitario de los Estados Unidos, la NCAA.
Lo que más se podría resaltar, para definirlo como jugador, va más allá.
Es un inmenso corazón, es un coraje imperturbable, es una determinación imparable.
Para muestra está su más reciente presentación. En 29 minutos terminó con ocho puntos, 10 rebotes, dos lances bloqueados, una asistencia y un robo de balón en el triunfo de Austin Peay 98-44 sobre Midway el pasado martes.
Ni su equipo ni el rival son de los principales del circuito, tal vez sus puntos luminosos no salen en los resúmenes de los principales noticiarios deportivos. Nada de eso importa.
Hansel Enmanuel tiene un propósito más alto.
Aprovechar la oportunidad que le ha dado Dios para ayudar a su familia y demostrar que no existen los imposibles.
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