Diory Hernández: de “saco e’ sal” a ser un pilar de los Tigres.
Se vio lesionado y sin trabajo. Hoy es uno de los cañones azules, desde donde silencia la acostumbrada cuerda invernal.
Diory Hernández llegó a sentirse en el medio del desierto sin señales de un oasis que aliviara sus profundas penas.
Corría el 2014 y el nativo de San Pedro de Macorís tenía problemas en un hombro, había sido dejado libre por las Estrellas, que a la sazón era su tercer equipo, y llegó a los Tigres del Licey a buscar trabajo con una reputación bien marcada por el mote de “saco e’ sal” que le vociferaban las huestes contrarias, en especial las del Escogido, su primer conjunto en la liga.
Tuvo un buen año con los Tigres, que ni clasificaron, bateando para .307 con tres jonrones, 18 remolcadas en 43 partidos. Todo iba bien hasta que un pelotazo de su compueblano Alexander Colomé, de los Leones, le fracturó su mano derecha, poniendo fin a su repunte con el Licey. Peor que eso: ese 13 de diciembre perdió la oportunidad de ganarse un dinero en México, donde tenía ofertas.
“Pensé que mi carrera se había acabado”, dice Diory a elCaribe en la cueva del Licey, en el Estadio Quisqueya Juan Marichal, donde hoy la vida le sonríe como nunca se imaginó. “Primero andar por varios equipos, tener un proceso en el hombro, y cuando las cosas marchan bien, que recuperas la confianza viene ese pelotazo. Fue un momento difícil”, relata la tercera base.
Hernández no llega a decir que el bolazo de Colomé fue a propósito, pero al hablar al respecto su rostro presenta a un hombre que carga un mal recuerdo.
“A mí me sorprendió porque él inclusive se iba conmigo muchas veces porque somos de San Pedro. Pero luego yo lo vi, todavía estaba en recuperación y hablamos. Él me dijo que no fue de maldad y la vida sigue”, dice.
Opinión de Acta
“Todo el crédito hay que dárselo a él”, dice el gerente de los azules, Manny Acta, quien por recomendaciones de personal bajo su mando decidió reclutarlo para los 21 veces campeones.
“Trabajó bastante. Se entregó por completo. Siempre se ha sabido que puede batear en esta liga. Nosotros nunca pusimos eso en duda y me alegra que hoy esté produciendo”, agrega.
Hernández reconoce que su duro momento se convirtió en una llamada despertadora. “Cambié en muchas cosas. Cuando los años pasan uno aprende a dejar de hacer cosas que antes hacía en la juventud”, comenta el jugador de 31 años, quien en 2009 estuvo en las Grandes Ligas con los Bravos de Atlanta.
Bateó para .308 con 18 remolcadas en la regular y en el Todos contra Todos promedia .326 con 10 impulsadas y está en la final. La diferencia es grande.
“Los fanáticos solo me motivan a dar más”
Hernández está al tanto de que muchos fanáticos le llaman “saco e’ sal”. “Los fanáticos solo me motivan a dar más y a demostrarles que eso no es así”, dice al respecto. “Diory es un bateador de esta liga. Ahora mismo no hay quien le lance. Lo mejor que él hace es no ponerle atención a eso”, dice su excompañero en los Leones, Wilkin Castillo. “Mi misión es salir a producir con el Licey. Eso gracias a Dios es lo que hago. Lo demás no lo puedo controlar”, dice con gestos del que sabe que va ganando la batalla por los derechos de blasonar.
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