Written by Fermin Concepcion on . Posted in Religiosas.

A los 100 años de la muerte del presidente Ramón Cáceres

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Fue celebrada la misa solemne en conmemoración del centenario de la muerte del presidente Ramón Cáceres en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario  de la cuidad de Moca. Donde estuvieron autoridades civiles y militares algunos de los familiares entre otras.

 

Vamos a conocer un poco de quien fue Ramón Cáceres (Mon) .

Durante la tarde del domingo 19 de noviembre de 1911, se produjo en la ciudad de Santo Domingo, la trágica y lamentable muerte del presidente Ramón Cáceres (Mon), lo que trajo como consecuencia un desenlace fatal para el país, en los años sucesivos, ya que la paz, el orden y el progreso que se  habían logrado bajo su dirección durante seis años, se acababan de perder. Disgustados por las medidas de rigorosa escogencia de los funcionarios, de orden administrativo y de control en el manejo de los recursos públicos que el Gobierno de Cáceres había establecido, un grupo de hombres encabezados por Luis Tejera, Augusto Chottín, Luis Felipe Vidal, Jaime Motta, Julio Pichardo y otros, se dieron a la tarea de cometer aquel injusto y horrendo crimen.

Acompañado apenas por el conductor de la Victoria Presidencial, José Mangual (Cachero) y por su edecán militar coronel Ramón A. Pérez, como una muestra de la confianza de Cáceres se cogió el riesgo de este atentado, ocurrido en el sector de Güibia - San Jerónimo, hoy avenida Independencia, en la ciudad Capital, exactamente frente a lo que fue la Estancia de Pedro Marín y de una de las casas de aquella propiedad ocupada por Augusto Chottín.

Al pasar por el lugar de la emboscada,  Mon alcanza a ver el grupo y se le ocurre entrar a la residencia de Santiago Michelena lo que es hoy sede del Ministerio de Estado de Relaciones Exteriores para mediante una llamada por teléfono pedir ayuda militar, a lo que desistió por no encontrarse allí el señor Michelena, aunque sí su señora esposa que le mandó a entrar y no obstante, Mon no quiso hacerlo. Asunto de pudor.

Al regreso a la ciudad y en una curva frente a la Estancia de Marín, los conspiradores le cerraron el paso y la emprendieron a tiros contra él y sus acompañantes. Mon es gravemente herido y llevado a la casa de Francisco J. Peynado, donde finalmente murió aún con la ayuda de la esposa y de la madre de Peynado, de las señoras Estela Vásquez y Clara Ricart de Henríquez, de sus ayudantes y de otras personas que allí estuvieron. El doctor Rodolfo Coiscou verificó la muerte de cinco heridas.

Presidentes posteriores

El Consejo de Secretarios de Estado se encargó provisionalmente del Gobierno hasta que el Congreso escogió a don Eladio Victoria, quien tomó posesión como Presidente de la República el 27 de febrero de 1912, ya que Alfredo Victoria, jefe militar y con el poder a su favor, no tenía la edad requerida de 30 años para ocupar la posición y Manuel Cáceres, su hermano, a quien se requirió para ocupar el cargo, no lo aceptó, ya que la influencia de doña Remigia Vásquez, su madre, y su desinterés en la política, así lo determinaron. Don Eladio Victoria no controló la insubordinación y el desastre que se produjo en el manejo de la administración pública, hasta el extremo de que las reservas dejadas por Cáceres se diluyeron y el Estado cayó en el descrédito.

Monseñor Adolfo A. Nouel reemplazó a Victoria al año de una fracasada gestión y aún en su condición de arzobispo de Santo Domingo, apenas duró en el cargo cuatro meses por su extrema debilidad en el mando de la cosa pública. Durante esa gestión fueron absueltos los asesinos de Ramón Cáceres.

José Bordas Valdez reemplazó a Nouel y aún con sus condiciones de militar no pudo establecer el orden, y encaminar al país por el correcto camino. El doctor Ramón Báez, hijo de Buenaventura Báez, asumió la dirección el 27 de agosto de 1914 y condujo al país a las elecciones de octubre de ese año, en las cuales, Juan Isidro Jiménez Pereyra obtuvo el triunfo y se posesionó el 5 de diciembre de ese año 1914.

Desiderio Arias, ministro de Guerra de aquel Gobierno, se encargó de su desestabilización y caída y de que los norteamericanos asumieran la ocupación del país el 15 de mayo de 1916, ya que ninguno de los gobernantes que sucedieron a Cáceres lograron el respeto a la autoridad y a las leyes.

Fue la época del desorden, de la sangre y de los incumplimientos frente a los compromisos financieros contraídos y consecuentemente el país cayó en un estado de bancarrota y desasosiego. El progreso que se logró en el país durante los seis años de Cáceres fue notorio en todas las áreas de importancia y obedeció a la decisión de hacerlo honesta y organizadamente y bajo la escogencia de los mejores hombres en cuanto a seriedad, capacidad y disposición a servir. 

Historiadores nacionales y extranjeros han enjuiciado aquel gobierno reconociéndole los éxitos que alcanzó y la paz y el progreso que se ofreció al país durante el período 1906-1911.

La Convención del 1907

En esta ocasión y por coincidir con los arreglos financieros que se llevan a cabo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con otros organismos relacionados al mismo tema que procura la obtención de recursos económicos para cumplir compromisos contraídos y destinar parte de estos a obras de servicios, inconclusas aún, quisiera tocar el tema de la Convención Dominico Americana de 1907 que sirvió al gobierno de Cáceres como una gran herramienta para el logro de su buena administración.

Dicho Convenio, efectuado el 8 de febrero de 1907, consistió en asumir el Gobierno dominicano una pesada deuda de 30 millones de dólares, ajustada al pago de US$17 millones y poder emitir bonos por US$20 millones, con lo cual se acordaba con los acreedores un sistema de fiscalización en la aplicación de estos recursos a fin de que el país pudiera resolver la difícil situación económica que afrontaba.

La inyección de recursos por esta vía, además de los ingresos ordinarios, la accesoria técnica extranjera recibida y la vigilancia a diario y en extremo por parte del Presidente de la República y de los funcionarios encargados de manejar los ingresos, aseguraron el mayor rendimiento de estos, ya que todo tipo de gasto e inversión eran debidamente priorizados y supervisados de forma combinada.

Federico Velásquez, ministro de Hacienda y firmante del aludido convenio, junto a don Emiliano Tejera, ministro de Relaciones Exteriores, asistidos éstos por Francisco J. Peynado y Francisco Henríquez y Carvajal se encargaron de que ni un solo centavo del erario público se malgastara. A los 100 años de la muerte del presidente Cáceres, conviene recordar aquel ajuste financiero de tantos beneficios para el país. En hora buena el Convenio Dominico Americano de 1907.

Sumner Welles en su importante y famoso libro “La Viña de Naboth” sobre este tratado dice lo siguiente: “El nuevo orden de las cosas resultantes de la promulgación de la Convención, y el restablecimiento del crédito de la nación se reflejó inmediatamente en una ola de prosperidad que cubrió todo el país.

Las condiciones comerciales e industriales se tornaron más satisfactorias de lo que alguna vez hubiera sido, y el mejoramiento se evidenció enseguida por un aumento material en el volumen de los negocios.

Las rentas anuales para 1907 alcanzaron un total de 4,000,000 (de dólares) suma que contrastaba de una manera marcada, con las bajas cifras del año precedente”.